lunes, 16 de noviembre de 2020

Terapia

 Hoy vuelvo a mi acostumbrado espacio de reflexión, de ajuste de cuentas con mi conciencia, de deshago de mi corazón. 


Posiblemente me duela que nos vamos sin dar una dosis extra de nuestro ser, que nos vamos así sin más, sin cumplir ciertas expectativas. Posiblemente nos cae el telón, sin los esperados aplausos o sin los actos que esperabamos culminar. Ante una fragilidad corporal, funge una mente incontenible los pensamientos más brillantes y el elixir del ser en su más pura expresión. Pero esa fuente incontenible también se extingue ante el culminar de la vida.


Y entonces, ¿Qué queda después de intentar una huella más y no lograrlo por ser presa de la eternidad?, ¿que queda del mañana que no nos llegó? ¿que queda de lo que no pudo ser?... indudablemente queda el cuanto amaste, el cuanto reiste, queda cuanto tus brazos cerraron y e imprimieron en el corazon los sentimientos más profundos y complejamente hermosos.


Somos cuanto amamos y nos complementamos en el reflejo de nuestro amor en todo ser y en lo que nuestra alma ardió con toda la pasión. Somos esos orgasmos que unieron almas y produjeron los "Te amo más sinceros", somos esas llamaradas que avivaron esa voluntad y la definieron claramente.


Solo nos queda avivar nuestras almas y salir a nuestra obra diaria, no con un libreto previamente esbozado, si no con las ilusiones de apostar nosotros y nuestros sueños. Es cierto que no sabemos cuántas veces podremos hacer esa apuesta, pero con cada apertura deberemos ver que  tenemos la oportunidad de seguirnos escribiendo a diario.