Los gigantes rojos

Si señor, hay muchos y son muy expresivos, pero no tienen 12 estrellas, no son caleños, ni sufren de la maldición del Garabato. ¡No! Tampoco estoy hablando de un árbol de Achiote, ni de un grupo descomunal de toneles de Sangría, ni de la reserva nacional del banco de sangre…

…Lo que me ha intrigado mucho es su gran poder de convencimiento sobre el millón de transeúntes que se encaran con su tablero electrónico y mensajes de destino (que no hablan del tarot o del Apocalipsis) que son cambiados por: “Por la libertad”(ese me encanto, fue muy solemne, puso su parte en el deseo de libertad de mi pueblo), “Feliz navidad”, “Feliz año nuevo”, “Orquesta filarmónica de Bogotá”…. ¡Que!, ¡ya me delaté!, pues que se le va a hacer, si revelemos la identidad de este particular gigante rojo de 4 metros de alto , como de 11 metros de largo y su cantar de “próxima parada NQS calle 38 A chur…(el gigante no sabe hablar en colombiano, mucho menos rolo, sólo gallego)” llegamos a la conclusión de que hablamos de:

-El enlatado Rojo
-La va – llena roja
-El Mercedes Benz o Volvo de los pobres
-El Trans – mi – estrés
-El Trans – mi – lleno

O finalmente como lo conoce la alcaldía Bogotana “Transmilenio”, ¡pero que! si ni siquiera Word lo reconoce así.

Me encanta de este gigante que no distingue género y a todos nos para por igual, nos deja mostrar a Carreño o esconderlo en lo más profundo, pero a veces se sumerge en la muy larga soledad de un pueblerino a quien nadie le pregunta ¿como va?, ¿Cómo vio lo de ayer en las noticias? mostrando buenas intenciones; donde al pobre individuo no le queda mas remedio que hablar con el lenguaje del alma, la música, y liberar así su estancia de la diaria rutina.

Gigantes Rojos sigan en sus estaciones y llévennos a todos nosotros a través de un viernes cultural o una libro estación lejos de la rutina y luego vayan a dormir a sus cuevas, aunque quisiera que fuesen como la ciudad siempre despierta, es la expresión de un pueblerino muy agradecido por su continuo rodar, que admira su grandeza y la califica mejor que la del gigante verde de Medellín, pues este sólo mide un “metro”